domingo, 7 de agosto de 2016

24 HORAS INOLVIDABLES EN PEÑISCOLA



Sí hace tan sólo unos días hablaba de "CÓMO VIVIR UN DÍA PLAYERO EN FAMILIA Y NO MORIR EN EL INTENTO". Y por cierto, he de decir que debió gustar y mucho, por las visitas que recibí, así como los muchos  comentarios que me dejasteis en las redes sociales. 
Hoy me apetece dedicar un post a "CÓMO VIVIR UN DIA INOLVIDABLE DE VACACIONES EN PEÑISCOLA".



La verdad es que es una población menuda en extensión y grande en turismo. En temporada baja, es bastante desértica a la vez que tranquila. Pero cuando llega la época estival, se multiplica por diez, convirtiéndose así en un lugar de interés turístico. Según algunas fuentes, son más 330.000 visitantes al año repartidos en los meses de verano. 



¿Por qué escojo PEÑISCOLA como lugar de vacaciones?
Principalmente por cercanía,  ya que como muchos sabéis, soy del pueblo de al lado. Además, es una población que me encanta. Desde muy pequeño la visito con frecuencia y siempre descubro lugares nuevos. Tiene mucho encanto y merece la pena descubrirla.  Así que se me ocurrió la idea de relatar cómo fue pasar un día en esa población tan acogedora. En tan sólo 24 horas, pude disfrutar de un día maravilloso.



24 HORAS INOLVIDABLES EN PEÑISCOLA 
Amanecer en el hotel y disfrutar de unas vistas  privilegiadas, no tiene precio. Hay cientos de hoteles para escoger, pero sin duda los que tienen vistas a la playa son los mejores. Aunque al ser población costera, es difícil no potenciar unas excelentes vistas.



Si te lo puedes permitir y decides darte un capricho, un sitio recomendable es el hotel "
Boutique La Mar". Está en pleno castillo y es moderno a la vez que acogedor. Además, disfrutar de un desayuno continental o buffet mediterráneo en la terraza del hotel, hace que cargues las pilas. Y es necesario para disfrutar de un día que se presenta como poco, agotador.
Una vez me encuentro ya con las pilas cargadas, salgo a la calle a visitar los lugares más relevantes. Callejear el centro histórico o casco antiguo, es uno de los atractivos de la población. Recorrí esos callejones estrechos, con fachadas bien cuidadas y repletas de flores. 



De repente te encuentras con "El Bufador". Hay que parar, observar y escuchar como el mar mediterráneo te habla. Me apoyé en el muro y dejé que el sonido y el aire me atrapasen, se detuvo el tiempo. 



Continúe paseando por la fortaleza, disfrutando de unas vistas panorámicas hacia el mar. Entre subida y subida, pare a hacer alguna compra. No viene mal un momento de shopping. 
Mi pareja siempre me dice que soy un comprador compulsivo y está en lo cierto. Se me hace difícil no caer en la tentación cuando encuentro múltiples tiendas en cada rincón. Desde frutos ecológicos de las huertas de la zona, hasta suvenires típicos de la población a modo de recordatorios.
Cuando cesaron las compras de rigor, me dirigí a ver el punto más fuerte de toda Peñíscola. No es otro que "El Castillo del Papa Luna". Monumento Histórico-Artístico Nacional desde el 4 de junio de 1931, con más de 700 años. Una construcción templaria y medieval, que fue la residencia del pontífice Benedictino XIII, más conocido como el Papa Luna. 



Yo me decanté por una visita guiada de todo el palacio, así disfrute y me empape de toda su historia. Algo necesario para recorrer sus austeras salas, sus sobrios patios, unas enormes torres y como remate final, unos jardines impresionantes, así como bien cuidados. Todo el conjunto rodeado por las aguas del mar Mediterráneo.


No quiero pasar por alto, el majestuoso monumento que se encuentra prácticamente a la entrada del palacio del sabio pontífice o  "Papa del Mar" como también se le conoce. Es una enorme estatua de hierro fundido. Me hice un selfie sentado en sus rodillas como algo divertido. Sobre todo teniendo en cuenta que está prohibido y eso le da un toque de riesgo a la cosa.



Basta ya de tanta visita cultural!!! Así que decidí tomarme un respiro a modo de aperitivo. Unas cervecitas con limón,  unas papas y un plato de olivas en "La taberna de San Roque". Que delicioso pecado es estar en el casco antiguo, a la fresca y viendo a la gente pasar. Este aperitivo, no fue más que para abrir boca. 
Seguido me encontré con el primer dilema del día.  ¿Dónde ir a comer? Son cientos los bares y restaurantes se la zona, así que se puede uno volver loco. Pero rápidamente caí en la cuenta de lo que realmente me apetecía. Como no, una paella valenciana. ¿Y dónde? Pues a "Casa Dorotea", donde hacen las paellas más ricas de todo Peñíscola, a mí me gustan mucho. Si además lo acompañas de un bien vino ya rozas el éxtasis. 



Después de semejante manjar, lo único que apetece es ir al hotel a descansar y hacer así la digestión. Algunos preferirán ir a la playa y disfrutar de los más de cinco kilómetros de aguas cristalinas y esa arena limpia y fina que tanto caracteriza a las playas de Peñíscola.  Pero yo como alérgico al sol, teniendo en cuenta de que la siesta no me va mucho, prefiero ir a visitar a unos amigos que regentan "La Gelateria Pieri", en la avenida Papa Luna. Donde poder degustar de unos helados artesanos que están de vicio. Recomiendo el de cheesecake o el de dulce de leche, son exquisitos.

Entre tanto ajetreo de aquí para allá, sí que es cierto que me apetece descansar un ratito en el hotel. Pasadas unas horas y una vez recuperadas las fuerzas, no hay mayor privilegio que abrir las ventanas y dejar que la brisa del mar mediterráneo te dé en la cara, por no volver a mencionar las vistas que son de postal.



Baje de nuevo a la calle, pero esta vez no me fui muy lejos. Tan solo cruzar, me di de bruces con unas escaleras estrechas que me llevaron al próximo destino, el Pub-Lounge "Entre Dos Aguas". Tomarse una copa de un buen Moscato o un buen cóctel a pie de playa, con Djs en directo, es ya el paraíso.  Por no hablar del gozo que da ver la puesta del sol sentado en la terraza. El trato fue excelente, aunque las copas llegaban y desprecian como por arte de magia.  Pero ya se sabe, toda bebida de alcohol dulce entra muy bien y refresca, pero el pelotazo final es brutal.

Intentar subir de nuevo las escaleras, se pude combertir en una odisea, ya que el alcohol hace mella. Pero necesitaba andar un poco y que mejor que pasear por toda la costa. Incluso quitarte los zapatos, náuticos, chanclas o alpargatas para remojar los pies a la orilla del mar, activa y te deja como nuevo. Como ya he dicho antes, pasear por esos más de cinco kilómetros de playa, cansa. Pero también hace que te entre ganas de cenar algo.



Aunque después de tantos excesos culinarios, pasando el día ingiriendo todo tipo de alimentos ricos y calóricos, se podría decir que no estaba muy por la labor de cenar. Pero finalmente sucumbí a la tentación y me fui al restaurante "Rojo Picota" y eso ya fue rozar el éxtasis.  El lugar me sorprendió por su modernidad industrial. Copas por todas partes y tapones de corcho como decoración innovadora. 



Rojo Picota ofrece la posibilidad de degustar una selección de vinos, haciendo especial hincapié en las denominaciones de origen de la tierra. A la vez qué potencia las tapas como plato fuerte. Tapas hechas al momento en una cocina abierta y a la vista de todos los clientes. Es Impresionante la variedad. Por no mencionar la forma tan original que tienen de climatizar el local. Cada cierto tiempo unos aspersores expulsan un vapor refrescante y eso hace que nos encontremos más a gusto.



En resumen, un día intenso y productivo, en lo que a cultura se refiere. Pero lo que está claro es, que por más que me guste disfrutar de 24 inolvidables horas en Peñíscola, acabe arto de tanta comida, por lo que vuelves a casa después de las vacaciones con una sensación de gordura temporal extrema. 

Así que ya sabéis, si queréis disfrutar se unos días de vacaciones especialmente entrañables, ya podéis ir a vuestra agencia de viajes de cabecera o buscar en trivago.com el próximo vuelo, tren o autobús hacia Peñíscola. Ya veréis que no decepciona. Y eso que no he hablado de las fiestas nocturnas en "El Mandarina" o la "Fleca". Seguro acabarás las vacaciones diciendo; "LO QUE PASA EN PEÑISCOLA,  SE QUEDA EN PEÑISCOLA"

by DANY LOMAS LL. R.

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