Hoy me vais a perdonar la osadía de dedicarme un post
completo, de principio a fin.
Ayer, fue día 23 de mayo, un día impactante en mi vida, que muchos sabéis el
porqué, pero yo voy a contar mi historia, quiero abrir mis sentimientos por
primera vez y para eso debo remontarme varios años atrás.
El 23 de Mayo de 2013, es un día que marcó mi vida y para siempre, o por lo
menos para un futuro muy presente. Es un día especial, en el que conocí el
verdadero amor. No es que mi vida no tuviera amor antes. Si dijera eso,
estaría mintiendo.
Antes del 23M disfrutaba de la vida a tope, muy
intensamente. No está bien que yo lo diga, pero con 32 años en ese
momento, estaba viviendo una época más "libertina" por así decirlo.
Siempre de fiesta en fiesta, por supuesto muy responsable de mis actos, pero
con unas vivencias bastante divertidas, pero diré hablando con mucha
sinceridad, que me faltaba algo. Por mucho que estaba en un momento divertido y
lujurioso, me faltaba algo, el amor de verdad.
Ese 23M, llamaron a la puerta de mi casa, yo estaba
nervioso y expectante, sabía que detrás de la puerta estaba esperando
posiblemente más nervioso que yo, la persona que estaba ganado mi
corazón. Instagram tuvo la culpa, ya que nos conocimos visualmente meses
antes por esa aplicación, hablamos por teléfono y mucho, pero no nos conocíamos
en persona hasta la fecha señalada.
No sabía si abrir la puerta, un miedo se apoderó de mi
interior, y surgieron varias preguntas; ¿Y si no estoy haciendo lo correcto? ¿Y
si no le gusto? ¿Me gustará a mí?
Pero qué tontería, el chaval había viajado dos
horas para conocerme, que cruel sería yo si no hubiera abierto la puerta,
además, tenía claro que la quería abrir.
Al abrir, vi como nuestras miradas se vincularon al
unísono y de repente las famosas mariposas, empezaron a removerse por mi estómago
(suena muy cursi, pero en mi defensa diré que son ciertas, a pesar de mi
incredulidad).
Solo diré que nos besamos intensamente, no daré más detalles, por decoro, y por
qué no está bien hablar de intimidades, pero tan solo con el gesto de abrir la
puerta me di cuenta que nunca me había enamorado, se fusionó el placer y la
pasión con los sentimientos y nació el amor verdadero. Yo lo tuve claro desde
el minuto cero, Rodri sería el amor de mi vida, esa media naranja que tanto había
buscando y que por fin había encontrado.

El amor creció a la vez que los días transcurrían, un
amor tan intenso que en seis meses decidí realizar un cambio radical, me fui a
vivir con él dejando atrás todo: trabajo, amigos, familia... una vida buena,
pero incompleta si no estaba con él. No me costó mucho asimilar el cambio, a
pesar de los malos pronósticos que me hacía la gente (No durareis, Te
agobiaras viviendo en un pueblo tan pequeño...etc..). Pero yo aguanté, no
negaré que tuve mucha nostálgica, pero cubría todas mis carencias y las
convertía en momentos únicos.
Y así, sin más cumplimos un año como novios, todo un
logro para mí, lógicamente con altibajos, pero un año, tremendamente feliz. Y
lo mejor estaba por llegar.

El 23 de mayo de 2014, la noche prometía, me las ingenie
para dar una sorpresa a mi amado. Cuando volvió de trabajar, le tenía preparada
una cena romántica sorpresa; las velas, un mantel blanco divino, un buen vino
espumoso, y mucha ilusión (sobre todo teniendo en cuenta que no soy muy afín a
cocinar). La sorpresa le encantó y la cena transcurrió estupendamente, pero
algo inesperado ocurrió, el cazador cazado.
En el momento de los postres, él me mandó a la cocina a buscar no sé muy bien
el qué, las cucharas creo, fue una excusa. Cuando volví tenía mi servilleta
sobre mi plato, cuando la retiré para poner mi postre, cayó algo, una cajita de
joyería. La abrí, era un anillo masculino precioso de plata, como una
alianza, sencillo, pero con un minúsculo brillante. Le miré y él me
miró, sonreí y entonces me sorprendió diciéndome; ¿Te quieres casar
conmigo?
Imagináis cual fue mi expresión y por supuesto, le dije que sí, sin ninguna
duda.

Pero lo que empezó siendo una ilusión, se convirtió en
una obsesión. Organizar la boda es una locura constante. Escoger traje,
tarjetón de invitación, buscar el sitio, organizar las mesas fue lo peor,
menudo tostón.
Nada fue fácil, parecía tener todo en mi contra.
Aunque, lo más fácil era escoger el día, lo tuvimos claro. No podía ser
otro que justo un año después, el 23 de Mayo de 2015.
Después de un año intenso, el gran día llegó. Un día
cargado de ilusión y emoción. Que por supuesto todo salió a la
perfección. Las madrinas estupendas, los hermanos felices, los amigos súper
divertidos y siendo participes todos los invitados de una gala cargada de
sorpresas y vivencias que quedarán perpetuadas para la historia. Nosotros
como anfitriones disfrutamos de nuestro día, día en el qué no faltó de nada,
ilusión, emoción, risas, lloros, sorpresas, música y alcohol, pero lo que
no falto fue amor.
Se entiende ahora por qué digo que el 23M marcó un antes
y un después, que es un día especial para siempre en la historia de mi
vida. Y justo ayer fue 23 de Mayo de
2016. Un año ya desde que me casé, dos años desde que me comprometí y tres ya
de que encontré el amor.
Hasta 2013, pensaba que la vida era disfrutar sin
complicaciones, después entendí que necesitaba algo más y justo ahora tres años
después, pienso que la vida en compañía de la persona que amas es mucho más
positiva. Cada día es mejor y volver atrás, suena lejano y da pereza.
Como muchos me dicen, lo tengo todo, y es así; Una familia genial, que me quieren y respetan
todas mis decisiones, aunque no siempre sean las correctas. . Unos amigos que
están siempre presentes, unos casi milenarios y otros no tan lejanos, pero sé
que siempre me apoyan.
Y el amor, que cada día está más vivo. Te tengo a ti Rodrigo, que eres la
persona que constantemente me demuestra que estar juntos es lo mejor que nos ha
pasado. Vivir contigo es una vida plena, vivir sin ti, ya no lo imagino, ni lo
contemplo.
Soy completamente feliz y simplemente espero y deseo que
este día siga creciendo en mi historia. Yo solo puedo decir que si volviera
tres años atrás, volvería a vivirlos exactamente igual, cometería los
mismos fallos, sin ninguna duda volvería a estar en el mismo lugar para volver
a abrir la puerta y ver tu gesto nervioso. Gracias porque soy inmensamente
afortunado de pasar años contigo. Te quiero y por mil años más. Bendito
23 de mayo. Me siento enamorado cómo el primer día, y deseo que esto dure
hoy, mañana y siempre.
By DANY
LOMAS LL. R.